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Amanace en Chios

A las 06:30 suena el despertador, ducha, desayuno y pitando para el puerto. El ferry sale a las 08:30 y hay que ir con tiempo pues se ha de presentar el pasaporte, supongo que por viajar a Turquía (hasta tres veces lo tuve que enseñar), te revisan lo papeles de la moto (no se muy bien para qué), hay que embarcar, etc. El barco es minúsculo y apenas entra la moto, un Mini, otro turismo y los pasajeros. Embarcamos y en 45 minutos estábamos en Çesme.
Una vez en Turquía, hay que hacer el visado (y los españoles pagar 15€) y la revisión otra vez de los papeles de la moto. He de decir que me ha sorprendido lo bien organizado que tienen la gestión de la documentación para los vehículos. Una vez llegas a puerto, una persona te espera cuando desembarcas y en inglés te va guiando por todos los trámites. Cierto que lleva un rato, pero no tanto como había leído en algún sitio.
Una vez terminado el papeleo, !!!esto ya es Turquía!!!! Diossssss, que ganas!!!!
Pasada la aduana, lo más importante era cambiar euros a liras turcas, así que me acerqué al primer banco que ví y cuando llegó mi turno, la cajera al tiempo que me pedía el pasaporte me echó una mirada que se podía leer en su frente: Otro guiri sudoroso en moto. ¿qué coño se le habrá perdido a este tío aquí?.
Así que yo, vestido de romano, sudando hasta la última gota de agua de mi cuerpo, puse cara de "que te den dos duros, mona” y saqué con toda mi dignidad el pasaparte bajo aquella aplastante mirada.
Lo miró y su cara cambió de inmediato pasando a desplegar una sonrisa que le iba de oreja a oreja. Lo primero que se me vino a la mente es que o me veía más guapo en el pasaporte o debía de parecerle más limpio en la foto, pero no, casualidades de la vida, había estado unos meses en Santander estudiando con un intercambio de Erasmus. ¿Estudiando?, ¿con un intercambio Erasmus? ¿seguro? Repito, ¿estudiando?. Se sonríe y me dice que si, aunque no fue capaz de articular una sola frase en castellano.
Bueno, por fin estaba en Turquía, con todas las bendiciones aduaneras, dinero en el bolsillo y miles de kilómetros de carretera para elegir a dónde ir.
Planeando los destinos en los días anteriores, decidí empezar por la zona de Fethiye, en el Mediterráneo Occidental, así que cojí la autopista que sale de Cesme dirección Izmir.
Pasado Izmir, preferí dejar la autopista y meterme por las carreteras que atraviesan las diferentes ciudades. Ya sabemos que autopista y moto es sinónimo de aburrimiento. En eso estaba, cuando noté que la moto no iba todo lo fina que debiera. Cuando aceleraba, no salía con la fuerza habitual. La sensación me recordaba a cuando está desgastado el disco de embrague. Joder, pensé, como sea el disco esta historia igual termina aquí. Para más inri, lo había cambiado hacía dos meses por un problema del retén de la caja de cambios, que por algún defecto filtró aceite y lo había manchado dejándolo inservible (este ha sido un tema muy tratado en diversos foros de motos en la red).
Probé todo lo habido y por haber, pero no acababa de estar seguro de que fuera el embrague, así que caí en la cuenta que esto empezó a pasar justo después de repostar por primera vez en Turquía. ¿sería el octanage? Había echado de 95, pero vete tu a saber. Decidí seguir a ver que pasaba.
De este modo acabé llegando a Torbali y cuando estaba atravesando la ciudad, ví un puesto de comida de los cientos de miles que hay en todo Turquía, con un menú a base de carne a la brasa (tipo pincho moruno), torta de pan y ensalada. Aparqué la moto delate del chiriguito, pedí pollo, lo puso en las brasas y aquello empiezó a oler a gloria bendita.
El hijo del dueño, un crío que andaba por allá, me miró y por señas me dijo que le gustaba mucho la moto, así que le dije que se montara y que la arrancara, el chaval estaba alucinando allí encima. Al final acabamos hablado por señas con el mapa delante sobre sitios a los que ir y el dueño me recomendó en la zona de Fethiye varios sitios: Bodrum, Marmaris, Klas, Kalkan ….
Después de tomar té (çai) y despedirme, emprendí otra vez el camino, esta vez dirección a Kalkan, intentando evitar la autopista y buscando carreteras secundarias.
Comentar que Turquía tiene muchos kilómetros de carretera de doble carril, que sin llegar a ser una autovía, si que hacen que puedas circular a un buen ritmo. El único problema es que la calidad del asfaltado en muchos tramos es bastante mala y hay que andarse con ojo, con estas temperaturas algunas zonas parecía charcos de alquitrán.
La pensión se llama Öz Kalamaki. Situada en una estrecha calle peatonal en pleno centro de Kalkan, tiene un ambiente totalmente familiar. La habitación era algo pequeña y espartana, pero impoluta y de un blanco nuclear. Además, tiene wi-fi gratis y desayuno incluido.

Así que descargo las cosas en la habitación, me quito el traje de romano (joder que ganas, menudo calorazo he pasado hoy), me ducho, me afeito y me pongo el uniforme de guiri (bermudas, camiseta y chancletas).
Lo siguiente, buscar un sitio para cenar. Me recomiendan uno que está en el puerto y que se llama Bade, así que allí me planto. La cena, dorada a la plancha, verduras a la parrilla y un aperitivo a base de verduras que pone la casa. Total, 27 liras turcas, unos 15€ ¿Se puede pedir algo más?.
Después de la cena, una vuelta corta para conocer el pueblo y cuando estaba ya que no podía mantener los ojos abiertos, tocó irse a dormir. En el centro hay bastantes bares de copas y había algo de ruido, pero no creo que durara hasta muy tarde o es que yo me quedé frito en antes de meter la segunda pierna en la cama.








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