lunes, 26 de julio de 2010

2º día. Barcelona-Civitavecchia (Italia)-Ancona (Italia) . 310 km

23 de julio. Los tres italianos


Ver Barcelona-Cevitavecchia en un mapa más grande

Para ver el recorrdo completo, pinchar aquí


Al día siguiente, desayuno, vueltas por el ferry, un té, otro té, otra visita a la cubierta de la piscina, mala suerte, hay overbooking de tumbonas.


Venga, otra vueltita por cubierta.


Esto más vale que no haya que usarlo

Ni esto tampoco


A eso de las 10:00 llegamos a la única parada del viaje antes de llegar al destino. Parte del pasaje se marcha y llegan nuevos pasajeros.


El ferry sigue camino y hacia las 19:00 llegamos a Civitavecchia. Me quedan unos 350 km a Ancona y no hay mucho tiempo que perder si no quiero que se me haga demasiado tarde. Me va a tocar conducir un tramo por la noche y cuanto menos sea mejor.

Al final, entre una cosa y otra, llegué a Ancona bastante tarde, hacia las 24:00 h. Seguí las indicaciones del GPS hasta el hotel y cuando llego al lugar, allí no había nada parecido a un hotel. Había cogido las coordenadas del google maps y algo había fallado. Meto la dirección que aparece en la reserva y no me la reconoce. Bien, pasemos al plan B

Empiezo a recorrer calles a ver si encuentro por casualidad el hotel o alguien a quien preguntar y en esto, que veo a tres perfectos italianos, perfectamente bronceados, con el pelo perfectamente cortado y ropa perfectamente a la moda, saliendo del jardín de una casa en la que parecía haber una cena, saco la reserva del hotel y les pregunto.

Uno de ellos, mira el papel con interés, levanta la cabeza y me dice en un perfecto italiano que me atrevo a traducir:
- Puezzz io judadía que ezte jotel kae pror aquí serca. Zi siges parabajo greo que lencontrarás.

Madre mía, este llevaba más cervezas encima que el camión de la San Miguel. Y el resto andaban que no se quedaban atrás. Uno apoyado en la moto que se dormía encima y el tercero, manos en los bolsillos, tratando de mantener el equilibrio utilizando la barriga como contrapeso sacándola p’afuera, típica cara de borracho sonriente, asintiendo a todo lo que decía el primero y añadiendo pequeños comentarios que vete tú a saber lo que decía.

Viéndolos a los tres, la verdad es que se me saltaba la risa pensando en como sería la situación si yo hubiera sido uno de ellos un viernes de copas con mis amigos y nos encontramos un tipo perdido, vestido de romano y que no se entera de nada. Después de intentar ayudarle, seguramente lo habríamos dejado pensando que esa noche no dormía en el hotel ni de casualidad, por mucha explicación que le diéramos.

Evidentemente, iríamos comentado la jugada hasta el siguiente bar y por supuesto descojonándonos de aquel pobre tipo que nadie sabía de donde había salido. Cabrones, ya me los estaba imaginando.

Tras unos minutos de explicaciones, indicaciones con las manos y mucha voluntad por su parte (todo hay que decirlo) comprobé lo imposible que es llegar a entender las explicaciones de tres perfectos italianos perfectamente cocidos como una cuba (si hubieran sido de cualquier otra nacionalidad, sería exactamente igual), Así que como aquello se alargaba y no llegaba a ninguna conclusión, pasé al plan C. Decirles que me lo habían dejado clarito como el agua de manantial, que la explicación era perfecta y volver al plan B.

Finalmente, encontré a una mujer que iba en coche y me dijo que la siguiera hasta la puerta del hotel.

El NH Ancona es sencillo, limpio, con parking delante de la puerta, con un buen desayuno y puedes conseguir en a web alguna oferta como me ocurrió a mi.

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