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Hoy el despertador sonó a las cinco de la mañana, esperaba un largo día de carretera y quería salir lo antes posible, pero los manjares de ayer me pasaron factura y tenía el estómago pidiéndo un retraso en el viaje. Así que finalmente salí a eso de las siete.
Del resto poco hay para contar, carretera, carretera y más carretera. Que peligrosas son las carreteras turcas. La manera de conducir aquí es realmente para ir con los cinco sentidos puestos en lo que tienes delante, a los lados y lo que viene por detrás. Recuerdo que en mi anterior viaje por Turquía, yendo en un autobús, éste circulaba a 120 km/h.
Cosas que se pueden ver por el camino
Fue por el camino cuando decidí quedarme en Estambul, pues llegar allí eran unos 1.150 kilómetros y estaba claro que no iba a tener ganas de seguir conduciendo. Cuando llegué, atascazo a la entrada, en el puente sobre el Bósforo, pero por suerte con la moto se pasan bastatante rápido.
Estuve mirando un par de hoteles pero uno estaba lleno y el otro además de ser un poco caro no había sitio donde dejar la moto, así que seguí buscando y por casualidad encontré el Hotel Hali. Les quedaba una habitación libre para esa noche (40€ con el desayuno incluído) y mañana me diría si había alguna cancelación. El recepcionita también tenía moto y cuando le pregunté sobre donde dejarla, me señaló el parque de enfrente. Allí había un sitio ideal donde otros clientes solían dejar las suyas. Ni me lo pensé.
La foto está sacada desde el lugar en el que aparqué la moto
El resto día, el ritual habitual.
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