domingo, 22 de agosto de 2010

19º día. Sarajevo (Bosnia)-Umag (Croacia). 710 km aprox

9 de agosto. Un viaje por la leeennntttaaa Bosnia.



Ver 19 Sarajevo (Bosnia) - Umag (Croacia) en un mapa más grande

Para ver el recorrdo completo, pinchar aquí


Dejé atrás Sarajevo con la pena de quien se marcha de un lugar con ganas de quedarse, pero ya había reservado hotel en Umag y no quería apretar más las fechas.

A la salida de la ciudad cogí la autopista y sorpresa, cuando me acerqué a coger el ticket, la chica me dijo que no se aceptaba tarjetas de crédito y como no llevaba dinero en metálico, tuve que dar media vuelta. Pensé en volver a buscar un cajero, pero finalmente me dicidí por coger la carretera y disfrutar de unos cuantos kilómetros entre montañas.

La carretera, espectacular, con un pequeño gran detalle, la circulación era lenta, muyyyyy leeennnttaaaaaaaaa, los kilómetros eran eteeeerrrrrrnoooosssssssss, allí no había manera de avanzar, pero ya no quedaba otra opción que seguir, así que calma y a disfrutar de un día de paseo.

Como ya comenté ayer, en Bosnia se circula despacio, muyyyyy despacio. Es normal encontrarse con coches a 50 km/h en carreteras que perfectamente se puede ir a 80 km/h. Si a esto se le une un trazado de montaña sin apenas línea discontinua en muchos kilómetros, aquello te da tiempo para pensar en como arreglar todos los males de este planeta, en el fin del mundo según el calendario maya para el 21-12-2012, en la evolución de las especies y ponerte en duda si te dejaste el gas abierto cuando saliste de casa hace 18 días (luego te das cuenta tienes concina eléctrica).






Entonces entendí como todos aquellos viejos coches podían seguir funcionando, a ese ritmo durarían años, años y años. Si a Turquía habían ido a parar los Renault 12 de nuestros padres, aquí estaban todos los VolskWagen Golf que en mi tiempos de veinteañero todos quisimos tener y sólo algunos fueron los elegidos. Allí estaba el de Ion, el de Fran, el de Isma, etc.





Lo más curioso de todo el camino, fue darme de bruces con un outlet enorme de los que se pueden ver en Estados Unidos diseñado como un pequeño pueblecito en medio de una carretera perdidad de Bosnia. La imagen me resultó subrealista.



Al cabo de no sé cuanto tiempo, creo recordar que estaba en plena reflexión sobre el fin del mundo, llegué a la frontera croata en donde una estupenda autopista me permitiría recorrer unos cuantos kilómetros a buen ritmo hasta Rijeka y una vez allí tomé la carretera a Umag.






Aquella carretera a Umag era estrecha, retorcida, calurosa, boscosa a ratos y mediterránea, una delicia para recorrer en una Vespa con novia italiana, morenaza y jamona.



Fue entonces cuando pantalla del casco decidió suicidarse. La estaba levantando y en ese momento se medio salió de uno de los laterales y al ir a parar para colocarla bien se desprendió del todo cayendo al carril contrario. Como no podía ser de otro modo, por la ley de Murphy, vino un coche y la dejó hecha añicos. Bueno, habría que pasar al plan B, viajar sin pantalla lo que quedaba de viaje.

Una vez en Umag el plan era muy claro, playa, pescadito, playa, pescadito, un bucle del que no tenía la más mínima intención salir en un par de días.

El
hotel Sipar, está situado literalmente al borde del mar, con un acceso al mismo a pocos metros de la piscina. No hay playas de arena ni nada similar, sino accesos al mar a base de hormigón


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