miércoles, 11 de agosto de 2010

16º día. Estambul (Turquía)-Sofía (Bulgaria). 579 km

6 de agosto. Adiós Turquía


Ver Estambul-Sofía en un mapa más grande

Para ver el recorrdo completo, pinchar aquí


Ayer con la emoción de ser un guiri, se me olvidó comentar que el desayuno del hotel se sirve en una estupenda terraza con unas inmejorables vistas.



Cuando cogí la moto, aproveché para hace algo que me encanta si tengo tiempo, poner la dirección en el GPS y de vez en cuando tomar la dirección contraria a la que te indica, así te pierdes durante un tiempo y visitas otras partes de la ciudad con la tranquilidad de que vas a saber salir.

El destino de hoy era Sofiía (Bulgaria) la primera ciudad fuera de Turquía a visitar en el camino de vuelta.

Tras salir de Estambul y sus atascos, llegué a Edirne y enfilé la carretera dirección a la frontera con Bulgaria.

Aquello era como Madrid en hora punta. Tanto coche intentando pasar por los puestos froterizos, recordaba más bien a un peaje el día de la operación salida de vacaciones. Allí estaban todos los emigrantes turcos de Holanda, Francia, Alemania, etc volviendo a casa. Por suerte, con la moto ta vas adelantando la fila y pasas bastante rápido.


Estaba mirando el Citroen 2CV cuando se acercó su dueño, señaló el motor de la moto y me dijo en inglés: Tu moto y mi coche tienen el mismo motor, uno de dos cilindros y se empezó a reir. Era esloveno y se había metido entre pecho y espalda con aquel coche 4.000 km por carreteras turcas. Si señor, con un par. También me dijo que había viajado mucho en moto, Ducati. La verdad es que era un tipo con pintas de haber hecho más kilómetros que Willi Fog.

Esperando allí, volví a comprobar la realidad de la hospitalidad turca. En el coche de al lado había una joven familia que miró la moto y me dijo que le gustaba mucho. Le dije que sí, pero le señalé el cielo e hice un gesto de uff, que calor. Acto seguido, la mujer rebuscó algo en el asiento trasero y me pasó unas servilletas de papel para que me secara el sudor al tiempo que me ofrecía un botellín de agua. Evidentemente Turquía tendrá muchos defectos y deficiencias como país, pero sobre hospitalidad su gente son un ejemplo.


Pasada la frontera, me quedaban unos cuantos kilómetros hasta Sofía y con el estómago lleno siempre se ve la vida de otro color, así que paré en el primer sitio que vi y casualidades de la vida, el dueño de aquel pequeño restaurante, había estado trabajando en Alicante diez años y hablaba castellano perfectamente.

Hasta Sofía, el camino no tuvo más historia, carreteras comarcales, autopistas, etc. Una vez en allí, localizar el hotel, descargar bártulos, ducha, una vuelta y cena.

Hotel Lorenetz, muy céntrico y con una habitación más grande que el salón de mi casa (39€ desayuno y parking incluidos).


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