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No soporto dormir en habitaciones sin unas buenas cortinas para impedir la entrada del sol y en aquella amaneció por lo menos a las seis de la mañana. Si a eso unimos al imán hablando desde la mezquita con los altavoces a plena potencia, estaba claro que la noche había terminado.
Intenté alargar el sueño pero poco se pudo hacer. Abrí la ventana y el ruido de la calle me decía que aquella ciudad debía ser un auténtico hervidero.Rize es como una especie de mini Andorra, llena de tiendas de todo tipo con gente que va y viene. Es uno de esos sitios en los que realmente se tiene la sensación de estar en un lugar muy diferente al propio.
Después del desayuno, la tónica del día fue paseo p'arriba, paseo p'abajo, entrar a curiosear en todas las tiendas, recorrer las callejuelas, probar el sabroso kebab de cordero, el asquerosamente delicioso arroz con leche coronado con una montaña de polvo de avellana, los dulces de pistacho, la picante pizza turca, en fin, todos los manjares que pude encontrar, aunque aquello me pasaría factura al día siguiente.
Traté de ir a la playa, pero la autovía que recorre la costa del Mar Negro a lo largo de cientos de kilómetros, creo que se ha cargado la mayor parte de las playas y no conseguí encontrar una.
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