sábado, 7 de agosto de 2010

12º día. Bogazkale (Turquía)-Rize (Turquía). 688 km

2 de agosto. La gente sigue siendo lo mejor de este viaje



Ver Bogazkale-Rize en un mapa más grande

Para ver el recorrdo completo, pinchar aquí


Cuando salí esta mañana de Bogazkale no tenía claro donde acabaría llegando. No había reservado ningún sitio para dormir y en principio la idea era quedarme en Unye, pero durante el camino quería mirar la Lonley Planet y revisar lo que decía de alguna otra localidad, así que con esa idea estaba camino al Mar Negro.

El firme de la carretera, como siempre, estaba siendo de lo más variado. Lo mismo estaba perfecto, que en obras o bastante deteriorado y con mucha gravilla suelta, Por ello siempre es aconsejable a la hora de calcular el viaje, dependiendo la distancia a recorrer, añadir aproximadamente una hora más con independencia de paradas, etc.



Firme con gravilla desprendida
Cosas que se pueden ver en el camino


Pasado Tokat (creo recordar) el paisaje empezó a cambiar y más bien recordaba al norte de España,con montes verdes y boscosos, casas esparcidas por todas las laderas, incluso pude ver orreos y una carretera que se llenaba de curvas. Por cierto, el firme nuevamente estaba lleno de baches y agujeros haciéndolo bastante peligroso.


Llegaba la hora de comer y mi estómogo empezaba a recordarme que llevaba todo el día con un ligero desayuno y un par de manzanas, así que busqué un lugar donde hacer la parada. Ví una gasolinera con restaurante, paré la moto, entré al restaurante y por señas le dije al camarero que quería comer. Aquel camarero, con cara de bonachón y con algún kilito de más (éste debía probar todo lo que salía de la cocina) no se muy bien que fue lo que entendió, pues con un gesto me dijo que le siguiera y me llevó a los lavabos. Joder, si que son limpios en este pueblo, habrá que lavarse las manos antes de comer pensé.

Como vio que no iba a entender ni una palabra de lo que había de menú, me volvió hacer un gesto y me llevó hasta la cocina. Allá había cuatro enormes perolas con pintas de estar llenas de los más exquisitos majares. Aquella ternera estofada debía estar para chuparse los dedos.

Después de comer esa ternera merecedora de varias estrellas Michelín, me trajo un té, se sentó y empezamos a "charlar". A la conversación se unió el de la tienda de al lado y el dueño de todo aquello apareció, no se muy bien de donde, con un chaval que hablaba inglés (creo que lo tenía en el congelador para ocasiones como aquella). Saqué el mapa y entre todos estuvimos decidiendo cual era el mejor sito para pasar un par de días, Unye, Rize, ¿¿??. Al final me decidí por la recomendación de aquel camarero simpático y que transmitía buen rollo.

Bueno amigos, me tengo que ir, les dije. ¿cuánto es la comida?. Nada, olvídate de ello dijo el camarero. La verdad es que me quedé un poco cortado. No, no, yo quiero pagar, dime cuanto es. Que no, que no amigo, te invito y que tengas buen viaje. No hubo manera de que me cobrara, así que me fui con una sensación extraña. Pocas veces encuentras a gente tan generosa con un desconocido.

Di izquierda a derecha: El de la tienda de al lado, el camarero, el que sacaron del congelador y yo

De este modo salí de allí con la idea de llegar hasta Rize y pasar un par de días, los últimos antes de comenzar el camino de vuelta.

Desde Unye hasta Rize la carretera es prácticamente una autovía, por lo que esta parte fue un poco aburrida, teniendo en cuenta además que el cansancio se empezaba a acumular.

Atardecer en el Mar Negro
Finalmente llegué y como no había reservado sitio para dormir, le dí un vistazo a los alojamientos recomendados por la Lonley Planet y me decanté por el Hotel Milano (Las fotos de su web deben ser de cuando lo estrenaron). Lo localicé y cogí una habitación (50 TRY con desayuno), un tanto cutrecilla, pero limpia y suficiente para pasar un par de noches.


La planta de las habitaciones, pintada en un naranja chillón que jodía la vista, con un suelo enmoquetado en azul con ligeras rallas naranjas-amarillas, descolorido por el uso y el paso del tiempo, era un escenario perfecto para una película sobre la mafia rusa. Hice fotos pero las debí borrar. Una pena.

Después, el ritual de siempre: descargar bártulos, ducha, vuelta por el pueblo, cenar y a dormir.

Los bártulos

Aquella noche oí los pasos sigilosos en la moqueta de un ruso sudoroso de de 2x2, de cabeza rapada, vestido con zapatos negros, pantalón de pinzas negro, camisa estampada de grandes cuellos desbrochada hasta el ombligo. Bladimir Killer venía a cepillarse al de la 304 que no había pagado su habitación desde hacía tres semanas. No sé como lo hizo, pero allí no se oyó nada. Bladimir siempre fue un tipo fino trabajando.

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