martes, 3 de agosto de 2010

10º día. Kizkalesi (Turquía)-Bogazkale (Turquía). 610 km

31 de julio. Cambio de rumbo


Ver 10 Kizkalesi-Bogazkale en un mapa más grande

Para ver el recorrdo completo, pinchar aquí



Ayer decidí cambiar de rumbo y dejar la costa mediterránea para ir al Mar Negro, haciendo una parada de dos noches por el camino en Bogazkale.

Bogazkale es un pequeño pueblo casi en el centro de Turquía en el cual se conservan las ruinas de Hattusa, capital de un antiguo reino Hitita que iba desde Siria a Europa y que en su época rivalizó con los imperios egipcio, babilonio y asirio. La capital llegó a tener 50.000 habitantes y en la actualidad es considera Patrimonio Mundial por la UNESCO.

Muy próximo está Yazilikaya, un santuario religioso también Patrimonio Mundial.

Así que con esta idea en la cabeza, estaba de nuevo en la D400 dirección al interior de Turquía. Había preparado la ruta intentando hacer el máximo de kilómetros por carreteras secundarias y recorrer la que atraviesa el monte Erciyes, de 3.916 metros de altura y que se alza como una chincheta en medio de una llanura. Por lo que había podido leer, se trataba de una formación volcánica, así que esperaba tener suerte y encontrame con una bonita ruta.

Primer repostaje del día y primer té con los trabajadores de la gasolinera. De dónde eres, a dónde vas, en que trabajas, etc, las típicas preguntas que suelen hacer.


Después de dejar la autopista y coger carreteras más pequeñas, el paisaje comenzaba a ser más ameno.

Muchos kilómetros antes de llegar a Develi, una de las poblaciones que está en la base de Erciyes y de la que parte la carretera que lo atraviesa, ya se empezaba a divisar a lo lejos.


Una vez en Develi decidí parar a comer y mientras devoraba aquel kebab de pollo acompañado por dos lugareños, tratábamos de hacernos entender como buenamente podíamos. Por lo que llegué a entender, eran familia y habían trabajado en Alemania varios años. En Turquía es muy frecuente encontrar gente que ha trabajado allí y que habla (o chapurrea) alemán. Para rematar la faena, un té por supuesto.

Cometar que el kebab de pollo+agua+té+conversación+foto, 2 ó 3 TRY (no lo recuerdo exactamente), vamos, de largo lo más barato y con la mejor compañía que he comido desde que he llegado.

De nuevo en la moto, la carretera empezaba a recorrer la falda del monte y así lo haría todo el trayecto. No era una carretera de montaña como me esperaba, si no que tenía un trazado con pocas curvas y poca ascensión. No obstante, siempre es interesante meterse por estos sitios y ver lo que hay.


Al llegar a Kayseri, la primera población situada al otro lado de la montaña y después de preguntar un par de veces pues el gps no se aclaraba, conseguí localizar la carretera a Bogaliyan y aquello tenía buena pinta. Sin pintar y con un asfaltado justo, pasaba entre campos ya segados y no se veía un alma. Al llegar a un determinado punto, vi un embalse que no aparecía en el mapa y el primer pensamiento fue que me había colado en algún cruce. Según el mapa, había algún otro embalse en la zona, pero demasiado lejos como para haber llegado hasta allí en tan poco tiempo. Bueno, tocaba plan pasar al plan B, es decir, seguir por el camino que estaba hasta encontrar una población o alguien a quien preguntar.


Y así aparecí en Hirkakoy, que estaba en la ruta planificada y cuando pregunté a unas personas me comentaron con alguna palabra en inglés que carretera finish su (agua en turco) new. Es decir, con la construcción del embalse la carretera estaba cortada y había que dar la vuelta y volver por donde había venido.



Yo, que cuando me lo propongo soy un auténtico lumbreras, se me ocurrió la brillante idea de acortar por una carretera y ahorrarme unos kilómetros. Con un GPS que no encontraba ni el norte y un mapa obsoleto no creo que haga falta decir lo que estuve haciendo durante la siguiente hora.

Por suerte, había salido con tiempo suficiente y la ruta no era excesivamente larga, así que estaba tranquilo pues llegaría de día al destino.

Para el GPS, aquella parte del mundo no existía

Finalmente me encontré a mi mismo y el camino a seguir en esta vida y ya aparecían los primeros carteles indicando a Bogazcale.


El final del viaje estaba siendo muy agradable pues el calor ya no apretaba tanto y aquella carretera con un suave trazado discurría entre zonas arboladas, redondeados montes y zonas de pasto, aunque había que andar con ojo por la gran cantidad de ganado suelto y los rebaños de ovejas cruzando la carretera.



Finalmente llegué a Bogazcale y realmente me sorprendió lo pequeño que era. Aquello, por increible que parezca, era un pueblo de agricultores y ganaderos al lado de unas ruinas.

El día anterior había contactado con el hotel por correo electrónico y reservado una habitación, así que lo primero era ir a descargar los trastos y ducharme.

El hotel Baykal, ubicado en la plaza del pueblo, está regentado por Mustafa y su mujer e hijos también trabajan en él. El precio de la habitación era de 20€, aunque si se busca algo más barato, la pensión costaba 7€ la noche. El hotel es muy sencillo, me recordaba más bien a una casa familiar. Lo mejor de todo es que era muy nuevo y absolutamente impoluto, pocas veces he visto una habitación tan impecable.

Mustafa es un excelente anfitrión y como si de un ritual se tratase, a todos los huéspedes les explica delante de un té y con un mapa en la mano la distribución de las ruinas, por donde entrar, puntos de interés, etc. Habla con pasión de la zona y se ve que la conoce perfectamente. También tiene algún libro para poder consultar y aconseja un par de lugares más para visitar.

El único pero es el desayuno, un poco escaso para los que nos gusta darle al diente.


Y tras la ducha, me di una vuelta rápida por el pueblo y digo rápida porque aquello no tenía mucho para ver.

La familia de esta casa estaba de boda !3 días de boda!, iban por el segundo

Concierto en la plaza
Reconstrucción de parte de las murallas de Hattusa


Los coleguillas


Los chicos duros del lugar

Por último, cuando había aparcado la moto al llegar, me dí cuenta de que el guardabarros trasero en lugar de ir en su posición correcta, estaba algo caído. Inexplicablemente se había perdido uno de los tonrnillos rompiéndose además uno de los puntos de sujección. De momento, se quedaba así hasta el día siguiente.

Posición correcta

Posición en la que estaba

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